Domingo Villar (Vigo, 1971) logró un importante reconocimiento literario con su primera novela,
Ojos de agua. La segunda,
La playa de los ahogados, sigue el mismo exitoso camino.
En esta ocasión, Leo Caldas, inspector de la policía de Vigo, investiga el aparente suicidio de Justo Castelo, un pescador cuyo cadáver aparece en la playa con las manos atadas mediante una brida. Acompañado por su ayudante aragonés Rafael Estévez deberá recorrer, con meticulosa paciencia, pueblos marineros, puertos pesqueros, lonjas de pescado, tabernas, playas y acantilados hasta aclarar lo que en realidad es un asesinato bien urdido.
Domingo Villar es ortodoxo en el respeto a las reglas del género policial. No hay nada original en una trama cuya clave permanece anclada en el pasado. Tampoco, en esencia, es muy novedoso Leo Caldas, un personaje propenso a la introspección, que no cree en casualidades, que trabaja sin horario fijo con total dedicación, que añora a su amada perdida y que cuando regresa a su casa solitaria escucha discos de jazz. Situado en Los Angeles, Leo Caldas podría ser un clon de Harry Bosch; pero es gallego y bebe vino blanco de la tierra, come berberechos y percebes y participa en un programa de radio que le otorga cierta popularidad comarcal.
Más allá de las exigencias del género, Domingo Villar ha creado un personaje entrañable y, lo que es más difícil, creíble. Un personaje silencioso con tendencias melancólicas “al que no le duelen los muertos, le duelen los vivos.”
El gran acierto de Domingo Villar en La playa de los ahogados es haber encontrado una prosa natural de ritmo fluido que consigue crear una atmósfera pausada en la que se sumerge el lector.
Domingo Villar, que vive en Madrid desde hace veinte años, nos contagia la nostalgia de su tierra. Mientras leemos esta novela llegamos a escuchar el acento gallego de los personajes. Podemos percibir cómo rompen en el puerto las olas ocultas por la niebla, ver subir en cuestión de segundos las mareas, sentirnos empapados de lluvia, o, incluso, saborear el mar en los percebes.
Con referencias a
Fred Vargas (
Huye rápido, vete lejos), Edvard Grieg (
La canción de Solveig) y Spencer Tracy (
Capitanes intrépidos),
La playa de los ahogados se lee con avaricia.
Una buena novela.
Domingo Villar: La playa de los ahogados, Siruela, Nuevos tiempos, 2009.
Obras de Domingo Villar en
Elemental, querido blog:
Ojos de agua
La playa de los ahogados
El último verano de Paula Ris
Con la
Canción de Solveig de fondo, Domingo Villar nos presenta su novela en este vídeo.