9 de enero de 2009

MICHAEL CONNELLY: CRÓNICAS DE SUCESOS


Michael Connelly se licenció en periodismo en 1980. Como periodista de sucesos trabajó en Daytona Beach y Fort Lauderdale, Florida, hasta que en 1987 fue contratado por Los Angeles Times. Tras el éxito de sus primeras novelas policíacas abandonó su primera profesión para dedicarse en exclusiva a la literatura.

Crónicas de sucesos (Crime Beat: A Decade of Covering Cops and Killers) es una selección de 43 artículos periodísticos de Michael Connelly publicados originalmente en el South Florida Sun-Sentinel de Fort Lauderdale (entre 1984 y 1987) y Los Angeles Times (entre 1987 y 1992). La obra está estructurada en tres partes (Los policías, Los asesinos y Los casos).

Lo más interesante de esta obra es encontrar la semilla de la que han brotado las novelas de Michael Connelly.

En el prólogo a esta obra Connelly relata cómo surgió su relación de más de treinta años con los detectives de homicidios. Cuando tenía dieciséis años vio correr en mitad de la noche a un individuo de aspecto sospechoso. Le llamó la atención el hecho de que, sin dejar de correr, se quitó la camisa, envolvió algo con ella y la arrojó a un seto. En aquel momento, al joven Connelly le pudo la curiosidad, dio la vuelta, se acercó al seto, buscó la camisa y encontró dentro una pistola. Al regresar a casa, comunicó lo sucedido a su padre, que decidió llamar a la policía. Se había cometido un atraco y una persona había resultado tiroteada. Acudió a la comisaría para prestar declaración y para intentar identificar, sin éxito, al sospechoso.

Ése fue, según cuenta, su primer contacto con los detectives y el principio de su vocación. A partir de ese momento comenzó a leer las crónicas de sucesos en el periódico. Después, las novelas de crímenes. Especialmente, las obras de Raymond Chandler y Joseph Wambaugh. A continuación, decidió ser periodista y escribir novelas sobre detectives.

En Crónicas de sucesos podemos descubrir cómo el trabajo de reportero de Connelly le llevó a conocer policías, delincuentes, abogados, comisarías, juzgados, crímenes... Es decir, la materia prima de sus novelas.
El primer día de su trabajo en Los Angeles Times el diario publicaba la noticia del atraco de un banco a través de los túneles del alcantarillado. Fue el origen de su primera novela, El eco negro (1992).
El seguimiento de un crimen le llevó a Woodrow Wilson Drive, en las colinas de Hollywood. Decidió que en esa calle viviría Harry Bosch, el detective de ficción sobre el que había comenzado a escribir, y cuya personalidad estaba inspirada en un policía real. Igualmente, de un cadáver encontrado en el maletero de un Rolls-Royce surgió Pasaje al paraíso (1995).

Además de todo lo anterior, los artículos aquí recogidos nos confirman lo que ya sabemos: la realidad es infinitamente más original que la ficción. Así lo demuestran las historias que Michael Connelly narra con estilo aséptico y fotográfico. Un ejemplo: un hombre hizo creer durante años a su esposa que era agente de la CIA para justificar sus ausencias prolongadas que aprovechó, entre otras actividades, para casarse con una segunda mujer.
Otro: un joven mata a su padre, lo entierra. Dos meses después lo desentierra para cortarle un dedo con unas tenazas y quitarle el anillo de oro.
El último: una banda de asesinos chapuceros contratados para matar a una mujer le perdonan la vida porque era muy guapa.
En conclusión, una obra que nos permite profundizar en el universo creativo de Michael Connelly. Imprescindible para sus seguidores más adictos.