El barco de los grandes pesares (2003) comienza en 1998 cuando Vlado Petric, ex detective bosnio, trabaja como obrero de la construcción en Berlín donde vive desde 1994 con su mujer y su hija tras tener que huir de Sarajevo durante la Guerra de Bosnia.
Una tarde recibe la visita de Calvin Pine, investigador norteamericano del Tribunal Internacional para Crímenes de Guerra, que le propone volver a Bosnia y recuperar su trabajo como policía durante unas semanas participando en una doble misión para el Tribunal de La Haya. Se trata de atrapar a un general serbio responsable de genocidio en Srebrenica, y al mismo tiempo a un anciano croata que había participado durante la Segunda Guerra Mundial en las matanzas del campo de concentración de Jasenovac.
Vlado Petric no duda en aceptar una propuesta que le llevará no sólo desde Berlín a La Haya, Sarajevo o Roma, sino a un viaje por los horrores de la historia de los Balcanes a través del que llegará al conocimiento de su propia identidad personal y familiar.
Dan Fesperman es un reportero estadounidense que ha cubierto tres conflictos bélicos. Estas experiencias periodísticas le han servido como base para escribir sus siete novelas. Lie in the Dark (1998), su debut literario, y su continuación El barco de los grandes pesares, protagonizadas ambas por Vlado Petric, surgen de su conocimiento directo de la guerra de los Balcanes (1991-2001). The Warlord's Son está basada en la Guerra de Afganistán. The Prisoner of Guantánamo (Premio Dashiell Hammett, 2006) en las torturas estadounidenses a los presos de esa base militar.
Aunque la trama resulte algo forzada, El barco de los grandes pesares es un thriller convincente cuyo principal mérito consiste en hacernos reflexionar sobre la historia europea más cercana. Para Dan Fesperman la Guerra de la ex Yugoslavia es la culminación del odio y del horror generados durante la Segunda Guerra Mundial y no curados tras ella. De esta forma, la novela nos lleva desde el campo de concentración de Jasenovac (unos 500.000 serbios exterminados) hasta la masacre de Srebrenica de julio de 1995 (8000 bosnios musulmanes asesinados), o nos recuerda el papel del Vaticano y del Papa Pío XII en la creación de la llamada "Ruta de las ratas" que permitió a altos cargos del nazismo huir a Sudamérica.
El dictador croata Ante Pavelic, auténtico criminal de guerra al servicio de la Alemania nazi que exterminó a cuantos serbios, gitanos, judíos y comunistas cayeron en sus manos, fue uno de los beneficiados por la permisividad de las potencias occidentales y del Vaticano. Desde Roma pudo escapar a Argentina, y, años más tarde, a España donde el régimen franquista lo acogió, al igual que a otros fascistas, hasta su muerte. Pavelic, el responsable de la mayor matanza de serbios de toda la Historia, está enterrado en el cementerio de San Isidro en Madrid. Su tumba sigue siendo lugar de peregrinación de patriotas croatas radicales.
¿A que es conveniente recordar todo esto cuando se habla tanto de la memoria histórica?
Dan Fesperman: El barco de los grandes pesares, RBA, Serie Negra, 2004.