27 de junio de 2011

MAJ SJÖWALL Y PER WAHLÖÖ: EL ABOMINABLE HOMBRE DE SÄFFLE

Uno de los atractivos añadidos de las ediciones de RBA de las novelas de Maj Sjöwall y Per Wahlöö se encuentra en los prólogos escritos por conocidos autores del género. En el caso de El abominable hombre de Säffle (Den vedervärdige mannen från Säffle, 1971) la introducción corre a cargo de Jens Lapidus. El también autor sueco reconoce que tras su primitivo desprecio de la literatura negra ("no suficientemente sofisticada") cayó rendido ante la magia ("que aún resulta actual") de las novelas protagonizadas por el inspector Martin Beck en las que reconoce la calidad de su crítica social.

En El abominable hombre de Säffle un veterano policía es asesinado salvajemente mientras se encontraba hospitalizado. Ante ello, Martin Beck presiente un peligro inminente. En cuanto investiga con su equipo averigua que la víctima era conocida en el ejército como "El abominable hombre de Säffle" por sus métodos brutales. Una brutalidad que siguió ejerciendo durante su carrera como policía: "cometió todo tipo de abusos con centenares de personas, en un montón de formás diferentes." La venganza es el móvil evidente y muchos los sospechosos de haberla ejecutado.

En relación a otras novelas de la serie, El abominable hombre de Säffle sorprende por una  mayor carga de acción resuelta en un dramático tiroteo final en el que Beck ve peligrar su vida.
40 años después de su publicación, la denuncia social de Maj Sjöwall y Per Wahlöö continúa vigente. Podemos leer, por ejemplo: "esta es una ciudad de locos en un país enfermo" como si tuviésemos en las manos una novela de Jens Lapidus.

MAJ SJÖWALL Y PER WAHLÖÖ: El abominable hombre de Säffle, RBA, Serie Negra, 2011.

18 de junio de 2011

JENS LAPIDUS: NUNCA LA JODAS


Nunca la jodas (Aldrig Fucka Uppes, 2008) es la segunda parte de la Trilogía negra de Estocolmo de Jens Lapidus. Se trata de una novela con indudables conexiones con Dinero fácil, la primera entrega de la serie. Para empezar, la protagonista absoluta continúa siendo Estocolmo: una ciudad “llena de alcohol, vómito y pis... mujeres maltratadas... heroinómanos... ladrones, camellos, bandas, puteros...”
Además de ello, encontramos similar estructura. Tres personajes que protagonizan otras tantas líneas narrativas que acaban confluyendo en el desenlace. Y, cómo no, el mismo estilo telegráfico directamente inspirado en el lenguaje revólver de James Ellroy.
En cuanto a los personajes. Mahmud, de origen árabe, en libertad condicional. No tiene más remedio que trabajar para la mafia serbia si quiere conservar su vida.
Niklas, soldado mercenario en Irak que vuelve a casa de su madre. Obsesionado con las ratas y con los maltratadores de mujeres a los que declara la guerra.
Thomas, un poli normal y corriente que intenta hacer su trabajo de la forma más honesta posible (lo que incluye prestar servicios extra para los mafiosos serbios), arrastrado por el asesinato de un testigo clave en el asesinato de Olf Palme, ocurrido más de veinte años antes.
En diversas entrevistas Jens Lapidus se desmarca de los clásicos de la novela negra sueca y afirma que sus raíces literarias se encuentran en Estados Unidos. Para demostrarlo, Nunca la jodas se abre con una cita del maestro Raymond Chandler. A pesar de ello, lo cierto es que ambas influencias son evidentes en su narrativa. Además de las referencias explícitas a Martin Beck y Kurt Wallander que aparecen en la novela, Lapidus comparte con Sjowall-Wahloo y Henning Mankell el mismo propósito: el análisis de la realidad social sueca. La descripción de la auténtica Suecia que se esconde tras el tópico del estado del bienestar. “El modelo sueco había dado sus últimos alientos roncos en algún momento de los ochenta, y a ningún capullo le importó.”
Bien documentada, incisiva, trepidante y más convincente que Dinero fácil.


Trilogía negra de Estocolmo en Elemental, querido blog:
Nunca la jodas

3 de junio de 2011

MEHMET MURAT SOMER: LOS CRÍMENES DEL PROFETA


Efectos del reciente boom de la novela policíaca: a la búsqueda del nuevo fenómeno Larsson las editoriales se lanzan a publicar los éxitos de países remotos. ¿Se nos había ocurrido alguna vez la posibilidad de conocer la novela negra turca? Tras la lectura de Los crímenes del profeta (Peygamber Cinayetleri, 2002) de Mehmet Murat Somer nos queda la certeza de que mejor hubiéramos seguido en la ignorancia, aunque las reseñas del copio y pego nos digan que ha vendido cientos de miles de ejemplares y se ha traducido a trece idiomas.
Y es que esta novela es un ejemplo más de la inflación de productos menores que nos ha traído dicho boom. Caracterizados por presentarnos nuevos modelos de investigador, más o menos extravagantes y exóticos, que se enfrentan a la resolución de crímenes cada vez más delirantes.
En este caso la novedad radica en que el investigador es un travesti propietario de un club de alterne en Estambul (eso sí, experto en informática como exigen los nuevos cánones del género) y que el psicópata de turno siente macabra predilección por los travestís con nombres de profetas bíblicos. Surrealista.
En su conjunto Los crímenes del profeta es mala literatura sin paliativos. Sus intentos por escandalizar, pueriles. La trama, anémica. El desenlace, amateur.
Además, está mal escrita o peor traducida. La torpe expresión está plagada de tópicos manidos. Unos ejemplos: “la tristeza me demudó el semblante”, “me largué de casa como alma que lleva el diablo”, “la atmósfera estaba tan tensa que se podía cortar con cuchillo”, “sentí un regusto agrio en la boca”... y así 289 páginas.

Infumable. Mejor relee a Raymond Chandler.

Mehmet Murat Somer: Los crímenes del profeta, Ediciones B., 2010.