Kalpana Swaminathan (1956) es cirujana pediátrica en Bombay. Como novelista ha publicado Ambrosia for Afters (2003) y Bougainvillea House (2006).
Los crímenes de Ardeshir Villa (The Page 3 Murders, 2006) es la primera novela de una serie policiaca protagonizada por la policía jubilada Lalli cuyas hazañas deductivas son narradas por su anónima sobrina de 33 años, aspirante a escritora. La canción del jardinero (The Gardener’s Song, 2007) es la segunda entrega. Monochrome Madonna (2010), la tercera.
Los crímenes de Ardeshir Villa pertenece a esa clase de relatos que Raymond Chandler criticó por su "poca conciencia de lo que sucede en el mundo" (El simple arte de matar), que plantean al lector el enigma más o menos ingenioso de un asesinato cometido en un lugar cerrado por alguno de los variopintos personajes agrupados allí que tendrán que rendir cuentas a un agudísimo e infalible detective. Relatos que nos presentan "misterios perfumados con capullos de magnolia" (en este caso, con aroma a curry) y cuya más conocida representante es Agatha Christie.
En esta ocasión, Kalpana Swaminathan, ignorando la realidad social de la India, encierra en la mansión de Bombay que da título a la versión española a una serie de celebridades locales para celebrar una fiesta de varios días y para descubrir que comparten más de un secreto inconfesable. Disfrutarán principalmente de sofisticados menús culinarios que la autora se complace en describir con detalle sin ahorrar páginas; pero alguien no parece apreciar las delicias de la cocina hindú y asesina al cocinero.
Dora Sales, la traductora de la novela, en un generoso e interesante epílogo realiza con notable autoridad un comentario de texto de la novela. Justifica, además, una decisión personal que afecta irreparablemente a la traducción de la obra. Resulta que Los crímenes de Ardeshir Villa está escrita en inglés en el original, pero contiene innumerables palabras indias, sobre todo términos gastronómicos. La traductora ha preferido, al contrario que en otros casos semejantes, no incluir un glosario con la traducción de esas palabras, sino explicar su significado mediante la aposición explicativa. En mi opinión, ello desvirtúa el texto y lo hace totalmente artificial, incluso ilegible por momentos. Más próximo al recetario de cocina que a la narrativa. Un ejemplo:
"Kandivli me ofrecía khandvi -un aperitivo gujarati hecho con harina de garbanzos y leche ácida- y Dombivli me daba avial, un plato de Kerala compuesto por verduras variadas con salsa condimentada con coco y cuajada. Como entrantes tomé sol kadi, sopa de fruta ácida, de Mahim, y de postre lagan nu custard, tarta nupcial de crema, de Churchgate, que está tan cerca como la línea de Colaba." (p.147)
En conclusión, una novela sin interés, de planteamiento caduco, que no aporta nada al género, más allá del exotismo costumbrista. Recomendada sólo para aficionados a la cocina hindú.
Los crímenes de Ardeshir Villa (The Page 3 Murders, 2006) es la primera novela de una serie policiaca protagonizada por la policía jubilada Lalli cuyas hazañas deductivas son narradas por su anónima sobrina de 33 años, aspirante a escritora. La canción del jardinero (The Gardener’s Song, 2007) es la segunda entrega. Monochrome Madonna (2010), la tercera.
Los crímenes de Ardeshir Villa pertenece a esa clase de relatos que Raymond Chandler criticó por su "poca conciencia de lo que sucede en el mundo" (El simple arte de matar), que plantean al lector el enigma más o menos ingenioso de un asesinato cometido en un lugar cerrado por alguno de los variopintos personajes agrupados allí que tendrán que rendir cuentas a un agudísimo e infalible detective. Relatos que nos presentan "misterios perfumados con capullos de magnolia" (en este caso, con aroma a curry) y cuya más conocida representante es Agatha Christie.
En esta ocasión, Kalpana Swaminathan, ignorando la realidad social de la India, encierra en la mansión de Bombay que da título a la versión española a una serie de celebridades locales para celebrar una fiesta de varios días y para descubrir que comparten más de un secreto inconfesable. Disfrutarán principalmente de sofisticados menús culinarios que la autora se complace en describir con detalle sin ahorrar páginas; pero alguien no parece apreciar las delicias de la cocina hindú y asesina al cocinero.
Dora Sales, la traductora de la novela, en un generoso e interesante epílogo realiza con notable autoridad un comentario de texto de la novela. Justifica, además, una decisión personal que afecta irreparablemente a la traducción de la obra. Resulta que Los crímenes de Ardeshir Villa está escrita en inglés en el original, pero contiene innumerables palabras indias, sobre todo términos gastronómicos. La traductora ha preferido, al contrario que en otros casos semejantes, no incluir un glosario con la traducción de esas palabras, sino explicar su significado mediante la aposición explicativa. En mi opinión, ello desvirtúa el texto y lo hace totalmente artificial, incluso ilegible por momentos. Más próximo al recetario de cocina que a la narrativa. Un ejemplo:
"Kandivli me ofrecía khandvi -un aperitivo gujarati hecho con harina de garbanzos y leche ácida- y Dombivli me daba avial, un plato de Kerala compuesto por verduras variadas con salsa condimentada con coco y cuajada. Como entrantes tomé sol kadi, sopa de fruta ácida, de Mahim, y de postre lagan nu custard, tarta nupcial de crema, de Churchgate, que está tan cerca como la línea de Colaba." (p.147)
En conclusión, una novela sin interés, de planteamiento caduco, que no aporta nada al género, más allá del exotismo costumbrista. Recomendada sólo para aficionados a la cocina hindú.
Kalpana Swaminathan: Los crímenes de Ardeshir Villa, Ediciones Siruela, 2009.
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