En Némesis dejábamos
a Harry Hole buscando pistas en persecución de Tom Waaler, el comisario
corrupto conocido como El príncipe, responsable de una red de tráfico de
armas.
La continuación es La estrella del diablo (Marekors, 2003), una novela en la
que Jo Nesbø no rehúye algunos de los tópicos habituales en el género. El
inevitable asesino en serie actúa en Oslo durante el verano más caluroso de las
últimas décadas aunque los personajes sigan durmiendo con edredón. Mientras
tanto, el comisario Harry Hole, “el solitario, el borracho, el enfant terrible”
ha tocado fondo. Alcoholizado, ha perdido a Rakel y está a punto de ser
expulsado del Cuerpo de Policía.
Bjarne Moller, el jefe de Delitos
Violentos, obligado por la falta de personal tiene la ocurrencia de meter en el
mismo caso a Hole y a Waaler (recordemos que se parece a David Hasselhoff).
Ambos policías deberán cooperar para atrapar al mensajero de la bicicleta,
un asesino que deja en los lugares en que comete sus crímenes una estrella de
cinco puntas invertida, conocida en el mundo esotérico como pentagrama o
estrella del diablo.
Con resaca y todo, Hole
desenmascara al asesino mientras continúa disputando con su némesis Waaler una
encarnizada partida de ajedrez que se acerca ya al jaque mate.
Pasable.
Jo Nesbø: La estrella del diablo, RBA, Serie
Negra, 2010.
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