13 de abril de 2014

BENJAMIN BLACK: LA RUBIA DE OJOS NEGROS

El prestigioso autor irlandés John Banville (1945) es Benjamín Black. Con este seudónimo ha publicado El lémur (2009) y una serie de novelas protagonizadas por el escéptico y alcoholizado patólogo forense Garret Quirke. El secreto de Christine (2007), El otro nombre de Laura (2008) y Enbusca de April (2011) han sido reseñadas aquí en otras ocasiones.
En La rubia de ojos negros (The black-eyed blonde. A Philip Marlowe Novel, 2013) Banville/Black afronta el temerario reto de recuperar como protagonista a Philip Marlowe, la genial creación de Raymond Chandler. Un intento en el que habían fracasado antes otros autores.
En la novela, Philip Marlowe, que comienza a sentirse demasiado viejo para su oficio, no tiene ningún caso en el que trabajar. Espera en su oficina la llegada de algún cliente cuando llama a su puerta Clare Cavendish: una joven rubia, alta, delgada y elegante que le pide que localice a Nico Peterson, su amante desaparecido. Un trabajo en apariencia fácil. La policía informa a Marlowe que Peterson había muerto atropellado. A pesar de todo, al detective le resulta sospechoso el asunto, pero ¿cómo decir que no a una rubia de ojos negros que, además, es su tipo?
Marlowe no tarda en saber que Peterson sigue vivo y que en realidad está buscando a un tipo que debería estar muerto. Un guiño literario que remite a El largo adiós (Raymond Chandler, 1953) y que se hace explícito cuando la sombra de su protagonista, Terry Lennox, comienza a proyectarse sobre la acción con paulatina intensidad. Marlowe acude a Victor’s a aclarar sus ideas y brindar por su vieja amistad con Lennox. De paso nos recuerda que el auténtico gimlet se prepara con ginebra y zumo de lima Rose’s en idéntica cantidad sobre hielo picado.
Resulta lógico iniciar la lectura de La rubia de ojos negros con las lógicas cautelas. Benjamin Black aborda ni más ni menos la tarea de cerrar El largo adiós, novela que se puede considerar la Biblia del género policial, y lo cierto es que triunfa en un propósito que podría haber comprometido su brillante trayectoria literaria.
Salvo alguna incontinencia retórica, muy pocas objeciones se pueden poner a una obra solvente, fiel al espíritu de Chandler y a la figura de Philip Marlowe, uno de los grandes mitos de la literatura negra.
Imprescindible.

Benjamin Black: La rubia de ojos negros. Una novela de Philip Marlowe, Alfaguara, 2014.

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8 comentarios:

  1. Yo insisto en lo mismo: me parece una falta de respeto que revivan personajes ajenos. Este señor pudo haber escrito una buena novela sin tener que recurrir a esto. Discúlpenme, pero para mí este no es Marlowe. A Marlowe lo creó Chandler. Banville no es Chandler. Este de aquí no es Marlowe.

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  2. No quiero parecer demasiado condescendiente pero me ha encantado el blog. Enhorabuena.

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  3. Novela policiaca, muchas gracias por tu amable comentario.

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  4. Fíjate si tomo precauciones que llevo casi un mes preparándome para recibir como bien merece este Philip Marlowe redivivo.
    Las últimas entradas de mi blog están directa o indirectamente relacionadas con esta rubia, "La rubia de ojos negros"

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  5. Hola.
    A mí me ha gustado este libro aunque preferiría que no hubiera habido tanta conexión con "El largo adiós".
    Me han dicho que el titular de este blog es el mismo que tenía la web woodrowwilsondrive dedicada a Harry Bosch. ¿Ya no está disponible esta página?¿El cierre es definitivo? Me gustaba mucho esa web.
    Un saludo.

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  6. Hola, acabo de leer tu entrada y si cae en mis manos la novela la leeré con mucho cuidado, coincido en que los personajes clásicos pertenecen a su autor y quien quiera escribir con ellos deben hacerlo con todo el cuidado del mundo. Aun así parece una novela interesante.

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  7. Para el comentario anónimo:

    Ya no existe woodrowwilsondrive. Gracias por tu elogio. Podrás encontrar las novedades sobre Connelly en este blog.
    Saludos.

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  8. Ya la leí. De acuerdo con lo que dices y yo ya barruntaba: mejor el original (¡sin ninguna duda!) que la copia. Pese a todo merece la pena leerla.

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