Recordemos, para calibrar su importancia, que Thomas Pynchon (1937) es un novelista estadounidense que, aun estando vivo, aparece en los manuales de literatura universal y cuya obra se estudia en las universidades. Hasta la fecha es autor de siete novelas cuya dificultad formal se equipara a la de la prosa de James Joyce. Una de ellas, El arco iris de la gravedad (1973), es considerada por la crítica como una de las mejores novelas norteamericanas del siglo XX. A pesar de ello, fue rechazada para el Premio Pulitzer por "ilegible, sobreescrita y obscena." Cuando esa obra obtuvo el National Book Award, envió a recoger el premio a un payaso. Y es que su fobia a los medios de comunicación, a la promoción editorial y a los devaneos de la fama es similar a la de J. D. Salinger. No se conocen imágenes suyas desde hace décadas, y en sus libros, en vez de fotografía, aparece un rectángulo en blanco tachado por un aspa.
Para sorpresa de sus seguidores y de la crítica, Vicio propio (Inherent Vice, 2009), su última novela, adopta las estructuras de la novela negra; pero que nadie espere un relado estándar de detectives, policías y malhechores porque más bien parece que Pynchon pretenda dinamitar el género o, al menos, desteñirlo con su prolongada y ácida ironía.
La acción transcurre en Los Angeles de la psicodelia de finales de los años 60. Doc Sportello, el protagonista, es un detective hippy propietario y único empleado de la agencia LSD INVESTIGATIONS. Acostumbrado a partirse “el culo por tipos que, si alguna vez llegaban a pagarle algo, sería media onza de maría o puede que una breve sonrisa, tan prolongada como verdadera.”
Tras un año sin verla, recibe la visita de Shasta, su anterior novia, que le pide que busque a su desaparecido amante, millonario promotor inmobiliario. Fumando canuto tras canuto, intentando no perder el buen karma, acompañado por sus alucinados colegas, preguntando por aquí y por allá a una larga serie de personajes más o menos colgados, tocando las narices a los inevitables agentes del LAPD y del FBI, Doc inicia una investigación laberíntica con una decena de ramificaciones y con la permanente sensación de estar “haciendo el gilipollas”.
Vicio propio es una magistral recreación de la California hippy del haz el amor y no la guerra, de la época del gobernador Ronald Reagan, del presidente Nixon, de la guerra de Vietnam, de los asesinatos de Charles Manson, de la música surf...
Una novela sorprendente de magnífica prosa que tan pronto provoca la carcajada como el desconcierto, exigente con el lector, al que obliga a un esfuerzo mantenido por no perder la coherencia de la narración.
Thomas Pynchon: Vicio propio, Tusquets Editores, 2011.
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Pues esta ha sido mi primer Pynchon, y parece que he escogido bien porque como he descubierto después con asombro:¡es la más asequible!
ResponderEliminarPero bueno me ha encantado, ha valido la pena el esfuerzo, y al final no he necesitado sacar un block para apuntar...La verdad sorprende la capacidad de crear una coherencia en semejante enredos narrados de forma aparentemente anárquica.
Eso sí, me quedó una duda,veo que tu reseña tiene ya un tiempo,así que no sé si lo recordarás,pero ahí va:el secuestro de Mickey,fue circunstancial,lo explica Bigfoot más o menos así:"vio algo que no tenía que haber visto,los que iban disfrazados de John Wayne se asustaron y decidieron quitarlo un tiempo de en medio...pero los federales se enteran de su empeño nuevo en hacer el bien y lo mandan al manicomio aquel"
Mi duda es, lo que Mickey no debió haber visto es supongo el asesinato de Glen por parte de...¿los neonazis por venderle arma a los negros? ¿son los neonazis a los que se refieren como "los disfrazados de John Wayne" o son los federales?¿Cómo llega Mickey a los federales entonces?¿a través de "Colmillo dorado" que conecta los guardaespaldas con los federales?
Siento el rollo, la verdad es que no sabía donde preguntarlo jeje, es por una cuestión de orgullo,intentar entenderlo del todo aunque con este autor me han dicho que es difícil,aunque se disfruta igual.Saludos
Un tostón infumable. No me extraña que al tipo apenas se le conozca el rostro, le caería una buena tunda de collejas si le reconocieran por la calle.
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