25 de agosto de 2009

RAYMOND CHANDLER: EL SUEÑO ETERNO


“¿Qué importaba dónde se yacía una vez muerto? ¿En un sucio sumidero o en una torre de mármol en lo alto de una colina? Muerto, se estaba durmiendo el sueño eterno y esas cosas no importaban.”

Raymond Thornton Chandler, que anteriormente sólo había escrito relatos para la célebre revista pulp Black Mask, publicó en 1939 The Big Sleep (El sueño eterno).

El argumento de esta novela es bastante conocido, debido sobre todo a la popular adaptación cinematográfica de Howard Hawks del año 1946.

Philip Marlowe recibe el encargo del decrépito general Sternwood para que evite el chantaje que viene sufriendo a causa de la mala cabeza de su desequilibrada hija Carmen. La primera y memorable entrevista con el general tiene lugar en su asfixiante invernadero repleto de orquídeas (“Son asquerosas. Su tejido es demasiado parecido a la carne de los hombres, y su perfume tiene la podrida dulzura de una prostituta.”). A continuación Marlowe conoce también a la hija mayor del general, Vivian, que supone que su padre ha contratado al detective para que investigue la desaparición de su marido Rusty Regan, aparentemente huido con la mujer del mafioso Eddie Mars. Tras encontrarse con una buena colección de cadáveres, Marlowe consigue resolver no sólo el caso de chantaje, sino también encontrar a la mujer del mafioso (Peluca de Plata) y explicar la ausencia de Rusty Regan.

70 años después de su publicación, ¿por qué nos sigue interesando El sueño eterno?

Sobre todo porque, además de ser la primera novela de Chandler, supone la presentación de un mito que excede lo puramente literario: el detective Philip Marlowe, que, conviene recordar, había aparecido esbozado en un relato anterior, Finger Man (1934).

En la novela, Marlowe tiene 33 años (más joven que la imagen que nos deja la película, ya que Bogart tenía 47 años cuando la protagonizó), y había trabajado anteriormente como investigador para el fiscal del distrito. Es alto, impenitente fumador y bebedor (“Me fui a la cocina. Encontré whisky y sifón y mezclé un par de highball. No tenía para beber nada realmente excitante, como nitroglicerina o aliento de tigre destilado.”), aficionado al ajedrez y poco dado a los lujos.

La narración en primera persona nos retrata psicológicamente al detective. Destaca, principalmente, por su visión irónica y cínica de la realidad, que no es sino producto del ingenio literario de Chandler. La novela, como todas las de su autor, supone toda una antología de brillantes diálogos y agudas descripciones. No faltan, tampoco, pinceladas de un lirismo melancólico y ácido a partes iguales, ni una manifiesta crítica social vigente incluso en la actualidad:

“Estás atado a la silla en la linda y pulcra cámara de gas del penal de San Quintín y… no serás aire lo que aspirarás, sino vapores de cianuro. Eso es lo que ahora llaman ejecución humanitaria en nuestro estado.”

Imprescindible.

Raymond Chandler: Todo Marlowe, RBA, Serie Negra, Barcelona, 2009.

No hay comentarios:

Publicar un comentario