18 de septiembre de 2010

JAMES HADLEY CHASE: NO HAY ORQUÍDEAS PARA MISS BLANDISH


James Hadley Chase es el seudónimo más conocido que utilizó el escritor británico Rene Brabazon Raymond (Londres, 1906), considerado hoy en día como uno de los clásicos del género negro y autor de casi un centenar de obras, muchas de ellas adaptadas al cine. Curiosamente, a pesar de que solo visitó en dos breves ocasiones Estados Unidos, localizó allí la mayoría de sus novelas para lo cual se documentaba extensamente.

Trabajó como vendedor de libros hasta que después de leer El cartero siempre llama dos veces (James M. Cain, 1934) decidió atreverse con su primera novela, No hay orquídeas para Miss Blandish (1939), que escribió en seis semanas y alcanzó enorme popularidad. La obra cuenta con versiones teatrales y cinematográficas, la más conocida la de Robert Aldrich: The Grissom Gang (1971).

No hay orquídeas para Miss Blandish narra el secuestro y destrución de la hija de un rico hombre de negocios por parte de la banda de Ma Grissom y de su hijo Slim Grissom.

Para construir el personaje de la madre, James Hadley Chase se inspiró en un personaje real: Kate "Ma" Barker (1873–1935), que con sus cuatro hijos desarrolló su carrera delictiva durante los años de la Gran Depresión de EEUU y que acabó siendo tiroteada por agentes del FBI. Una trayectoria similar a la de otros mitificados enemigos públicos de la época: Bonnie and Clyde y John Dillinger.

La novela destaca por su crudeza y por el distanciamiento en la narración de los violentos hechos. El abrupto final es el mejor ejemplo de ello. Pero, sin duda, lo más memorable para el lector es la construcción literaria de Slim y de su despiadada madre. Dos personajes situados en el ranking de los más perversos criminales que nos ha dejado la novela negra de todos los tiempos.

Slim Grisson, psicópata impotente que somete a vejaciones a la joven Blandish, remite directamente a Popeye, el personaje de Santuario (1931) de William Faulkner.“Slim Grisson era alto, delgado y con cara de pastel. La mirada aletargada y la boca relajada y abierta le daban una apariencia de ser débil, sin sangre ni energía, pero en realidad era lo más frío que pudiera encontrarse sobre dos piernas. Tras aquella máscara de idiota se ocultaba un espíritu cruel, inhumano. Slim Grisson era un asesino nato. Había matado de niño. Sin motivo alguno, sólo porque matar estaba en su sangre.”

Ma, por su parte, gobierna de forma despótica la banda y es la única capaz de controlar a su hijo. "Era grande, gorda y basta. La nariz era muy ganchuda y los ojillos brillantes jamás pestañeaban. Eran ojos malos, duros y relucientes como trozos de cristal."

Una pieza maestra del género negro.

James Hadley Chase: No hay orquídeas para Miss Blandish, Punto de lectura, Zona negra, 2007.

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